miércoles, 26 de marzo de 2008

Los malabarismos de la política económica y el tipo de cambio

La política económica en una democracia es el resultado de la interacción de distintos grupos de interés e instituciones que presionan hacia direcciones opuestas. En el caso de la apreciación cambiaria, las presiones que determinan la respuesta política parecen provenir de varios grupos:

• Los exportadores (especialmente los de productos no tradicionales), que no paran de quejarse. Si bien como grupo electoral los exportadores no tienen mayor relevancia (al menos mientras no haya despidos, con lo que tendrían a los trabajadores a su lado), sí pueden hacer bulla, quitarle respaldo al gobierno en reformas que le interesan y hacer algo de presión a través de congresistas afines (la mayoría probablemente de Unidad Nacional).

• El aparato político del propio gobierno, que ve que la aprobación del presidente y del gobierno se reduce conforme aumentan los precios de los alimentos, y una forma de reducir el impacto de la inflación importada es permitir la apreciación cambiaria.

• El sector financiero, al que no le conviene la imposición de medidas que limiten el ingreso de capitales y que más bien sale perdiendo con el aumento del encaje.

• El Ministerio de Economía, que parecería tener una posición doctrinaria en contra de tomar medidas que alivien el dolor de los exportadores, y es probable que también prefiera no perder credibilidad con Wall Street (donde es un dogma el que los mercados financieros deben determinar el tipo de cambio), sobre todo cuando se siente cerca de obtener el grado de inversión.

• El Ministerio de la Producción, que hasta el momento parecería ser el único simpatizante de los exportadores dentro del Ejecutivo. El ministro actual además ha representado a lo largo de su trayectoria política los intereses del sector privado.

• El Banco Central de Reserva, que para defender su independencia no tiene mejor herramienta que el cumplimiento de la meta inflacionaria, y para eso también podría permitir un poco más de apreciación.

Por mera suma de fuerzas, el resultado de este malabarismo parecería ser la inacción. El gobierno mantendría su postura de ignorar a los exportadores y pedirles que diversifiquen mercados o encuentre mecanismos privados para resolver su problema (coberturas cambiarias, etc.). La pregunta es, ¿cuánto más tendría que caer el tipo de cambio para que el balance de fuerzas se altere?

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