domingo, 23 de marzo de 2008

El gobierno y la inflación: entre la política y el mercado

El que uno sea invisible no quiere decir que sea ingenuo o sonzo. La Mano Invisible conoce bien la abundante evidencia histórica que señala que cualquier tipo de control de precios o medidas populistas que pretendan hacer creer que se está atacando las causas de la inflación terminan en realidad sembrando nuevos problemas que tarde o temprano le pasan la factura a la población (para un ejemplo reciente, ver un artículo publicado en el diario El Universal sobre lo que ocurre en Venezuela).

Sin embargo, eso no quita que reconozca que ningún gobierno democrático puede hacerse el "loco" cuando el precio de la canasta básica del segmento más pobre de la población podría haber aumentado hasta 7% en un año (ver cálculos de Morón y Salgado), y cuando alimentos como el pan y los huevos han subido en 19.2% y 33.1%, respectivamente (ver el reporte de inflación de enero del BCRP). Hay un montón de gente descontenta porque los alimentos que compra todos los días para alimentar a su familia aumentan a tasas altas mientras sus ingresos se mantienen estancados o aumentan a tasas mucho más bajas. Esta gente no se contenta con las explicaciones de economistas independientes y del gobierno sobre la inflación importada, más bien espera que el gobierno resuelva su problema.

Las lecciones de la economía política son claras: el gobierno enfrentará un costo político alto si la población más afectada por el alza de precios al menos no percibe que está haciendo algo al respecto (según la encuesta de febrero de Ipsos-APOYO Opinión y Mercado, la inflación es la principal causa de la desaprobación gubernamental). Por otro lado, el gobierno también enfrentará un costo político si la comunidad financiera internacional (léase bancos de inversión, agencias de calificación de riesgo, fondos de inversión, etc.) percibe que por causa de estas medidas se aleja demasiado de la ortodoxia económica, y más bien cae en el populismo (sobre todo porque queda claro que la agenda del gobierno tiene como meta el grado de inversión). Dado que las proyecciones más serias apuntan a que los alimentos seguirán subiendo, el gobierno tendrá que echar mano a su mejor repertorio de maniobras políticas para evitar que el mayor descontento de la población no reduzca significativamente su capacidad de gobierno. García sabe que con un radical como Humala al acecho, su gobierno no puede "toledizarse" (estabilidad económica e inestabilidad política).

Por eso, creo que mejor harían muchos de los economistas que opinan sobre el tema si en lugar de criticar tanto al gobierno, propusiesen salidas ingeniosas que le permitan evitar medidas populistas, y a la vez aliviar un poco el bolsillo de los segmentos más golpeados por el alza de los alimentos.

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