sábado, 5 de abril de 2008

Mi alcalde, el cobrador de impuestos

La Mano Invisible nunca ha sabido de nadie que reciba con alegría y entusiasmo el día del pago de impuestos, por más sentido de la equidad social que se tenga. Por eso nadie tiene a la Sunat en su lista de instituciones favoritas. Es más, la fiscalización a lo Gestapo que caracteriza a la Sunat la ha convertido en un recaudador muy eficiente pero muy temido y hasta detestado.

Ahora, imaginemos que la recaudación de ciertos tributos pasa a ser responsabilidad de los municipios. ¿Tendrían el mismo vigor inquisidor y fiscalizador, que para algunos es casi rayano en el acoso tributario? ¿Qué alcalde querría convertir su municipio en una Sunat en miniatura? ¡Ninguno! A diferencia de la Sunat, que es una entidad relativamente aislada de la influencia política, el municipio es político por naturaleza, el alcalde se debe a sus electores y lo común es que aspire a la reelección o a un puesto político de mayor jerarquía. La Mano Invisible está convencida de que la proliferación de las amnistías tributarias en los municipios es un reflejo de que los alcaldes evitan a toda costa el rechazo de la gente que vive en su distrito, y si pudiesen vivir a punta de deuda -sin tener que recaudar tributos- probablemente lo harían (después de todo, ¿no lo han hecho presidentes anteriores con el gobierno central?).

Es por eso que la propuesta de transferir funciones recaudadoras a los municipios no puede funcionar. Los alcaldes siempre serán unos pésimos cobradores de impuestos.

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