martes, 29 de abril de 2008

¿Una patada a Proinversión o un cachetadón a los ministerios?

En su columna de Perú.21 Alfredo Bullard dice que si se transfiere la responsabilidad de concesionar y privatizar de Proinversión a los ministerios la agenda política de estos interferirá en el proceso. Es un punto interesante y vale la pena explicarlo un poco más, porque creo que es la clave del asunto.

No sé qué criterios se tuvieron en cuenta cuando se creó Proinversión, pero me queda claro que el diseño que hoy tiene ayuda a aislarla de ciertas presiones políticas. La máxima autoridad de Proinversión es un directorio en el cual tienen asiento siete ministros y el premier, y éstos nombran a un director ejecutivo para que se encargue de la conducción operativa de la institución. La ventaja de que las grandes decisiones privatizadoras sean tomadas por un grupo de varios ministros es que se aislan los factores políticos que afectan sólo a uno de éstos.

Por ejemplo, imaginemos a un ministro de Energía y Minas débil, que está siendo atacado por ONGs o por sindicatos mineros, y que necesita recuperar capital político para poder llevar a cabo algunas reformas. Lo último que querrá ese ministro es meterse a privatizar algún activo (una mina, una planta eléctrica, etc.) del estado que le pueda generar más problemas (oposición de sindicatos, gobiernos locales, etc.). Eso es algo que ni siquiera aparecerá en su agenda.

Sin embargo, si la decisión no depende solo de él si no de un grupo plural de ministros, el peso de la presión de esos grupos de interés que afectan al ministro de Energía y Minas se diluye, y la decisión se toma sin tanta interferencia.

Por esa razón dudo que las privatizaciones y concesiones se avancen mucho en manos de los ministerios. Ahora que la violencia física se ha convertido en el nuevo estándar de sanciones en el gobierno, la Mano Invisible le daría un buen cachetadón al que haya tenido la idea.

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