viernes, 11 de abril de 2008

No me digan que no tienen aspirinas

Hay una canción de Juan Luis Guerra que relata los infortunios de un desdichado que ante un quiebre de su salud cae en un hospital “de gente, supuestamente”, y tiene un estribillo que dice algo así como: “no me digan que no tienen anestesia, no me digan que el estetoscopio está de fiesta, no me digan que el alcohol se lo bebieron, ni que el hilo de coser lo bordaron en un mantel”. Esa lírica surrealista le cae perfecto a los cientos de pacientes de once hospitales del Estado que según un informe de la Defensoría del Pueblo no cuentan con medicamentos esenciales de alta rotación (es decir, que se necesitan a diario, como anestésicos, sueros, antibióticos y anti-inflamatorios).

Tan pronto se publicó la noticia varios funcionarios públicos saltaron a explicar que se trata de un problema de eficiencia logística. ¿Será tan complicado abastecer a un hospital de medicinas básicas? El que esto suceda sólo en hospitales estatales y no en clínicas privadas señala que el problema no es una mala gestión, si no la propiedad estatal del hospital. La salud pública tiene el mismo problema que la educación pública. En un comentario anterior La Mano Invisible explicó por qué los directores y maestros de colegios estatales se las ingenian para cobrarle a los padres de familia en promedio S/.300 al año por cada niño matriculado (a pesar de que en la educación pública debería ser gratuita): así crean un mercado negro por la prestación de sus servicios educativos, en el cual ellos lucran por su chamba. Es lo mismo que ocurría con la extinta y estatal Compañía de Teléfonos: si alguien quería una línea, o esperaba tres años o le pagaba al técnico una súper coima para que se la instale de inmediato. No es que hubiese escasez de líneas, sino que al técnico le convenía ofrecer el servicio por lo bajo.

Lo mismo ocurre en los hospitales públicos: si alguien quiere medicamentos tiene que comprarlos con su billete en un mercado negro creado por los funcionarios públicos, o esperar a que se “solucione el problema logístico”. ¿Por qué esto ocurre en proveedores estatales? Porque en una empresa privada un funcionario que hace bien su trabajo, cumple con sus objetivos y atiende bien a sus clientes, puede recibir bonos, aumentos, ser ascendido, etc. Si en una institución pública (hospital, escuela, compañía de teléfonos, da lo mismo) un funcionario se esfuerza por que los ciudadanos sean atendidos de maravilla y por reducir costos, no recibe ni una palmada en la espalda y más bien sus compañeros lo miren feo. En las instituciones públicas no existen incentivos al buen desempeño, por eso los funcionarios buscan lucrar por lo bajo. Un cachetadón para los que todavía no entienden eso y siguen haciendo demagogia con la falsa gratuidad de los servicios públicos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante, felicitaciones para la mano invisible. xque no hace un analisis igual sobre lo que ocurre en el futbol, que tambien es publico?